septiembre 2021
Marlery Sánchez
Por
Fue un tres de septiembre del año 1991 cuando llegó por primera vez al Centro Nacional de Biopreprados (BioCen), una empresa de Alta Tecnología de la industria biofarmacéutica y biotecnológica cubana.
Ella era recién graduada en Licenciatura en Matemáticas de la Universidad de La Habana y formó parte de la reserva científica del país, idea que concibió Fidel Castro Ruz para el desarrollo tecnológico de la nación.
A Alicia Blanco Domínguez la entrevistaron para entrar a BioCen con el objetivo de integrar un grupo que sería de tecnología de la producción. Precisamente, su tesis de diploma hablaba sobre el filtrado de curvas espectrales, método que se utilizaba en un software que empleaban los fermentadores de la Planta de Ingredientes Activos que comenzaría a funcionar en aquel momento.
“Había pocas computadoras, todo era en MS-DOS. Solo existían sistemas para el control estadístico de unas encuestas del estudio fase III de la Hepatitis B. Todo era muy rudimentario. Hacía falta diseñar sistemas para las diferentes operaciones, tampoco existía Windows. Las personas no sabían que los monitores tenían colores. Las bases de datos eran en WordStart y se trabajaban en blanco y negro”, recuerda Blanco Domínguez.
El primer día que hicieron un software y le pusieron color al menú principal, resultó emocionante. En aquel entonces, Alicia junto a quien fuera su pareja, desarrollaron varias aplicaciones que se comenzaron a usar enseguida. Luego en el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) la joven se adiestró en la planta piloto. Su estancia allí le permitió conocer sobre los virus en los sistemas para el control del acceso de seguridad de las máquinas.
Desde entonces mi vida eran las redes
Con la llegada del sistema operativo Windows y los mouses, Alicia enseñó a los científicos, que ya tenían una vasta experiencia en la investigación, cómo utilizar dicho hadware. En esos primeros años de la década del ´90 del siglo XX tuvo que estudiar mucho. Desde entonces su vida profesional cambió por completo al administrar las redes informáticas de la institución.
“Llevé lo que era su diseño. Comencé a entrenarme en los Joven Club de Computación y luego en la Universidad Tecnológica de La Habana (Cujae) con el personal que empezaba a instalar redes informáticas en el país.
“Biocen fue uno de los centros donde primero se instalaron redes de gran magnitud dentro de una empresa, o sea, redes locales pero que tenían una dimensión que sobrepasaba las normas que existían en ese momento. Primero se empleó el cable coaxial y después pasó a la fibra óptica. La primera red que instalamos fue dentro del edificio socio-administrativo y se utilizó para todo lo que es la gestión administrativa y económica con softwares propios, diseñados en BioCen con la incorporación de dos cibernéticos y varios técnicos en Informática que empezaban a graduarse en esos años”, rememora Alicia.
Nada fácil resultó para ella — recién graduada y sin experiencia laboral — alcanzar uno de sus logros en el centro: la aceptación de la propuesta de un proyecto.
“El jefe de mantenimiento me hizo llorar mucho, se cuestionó mi propuesta, no quería asumir lo que había diseñado. Contrataron diferentes firmas para litigiar, nos quedamos con las personas del Instituto de Investigación de los Derivados de la Caña de Azúcar (ICIDCA) y ellos decidieron que lo mejor era el producto que yo había propuesto”.
Durante varios años, la hoy Especialista en Seguridad Informática, se mantuvo como administradora de las redes, las cuales fueron creciendo y extendiéndose a varias oficinas dentro de todas las plantas de BioCen. En la actualidad, abarcan los procesos tecnológicos, que incluye toda la parte de automatización de los procesos en los que se trabaja hoy en día.
Para Alicia y sus compañeros no existían horarios de descanso. BioCen, además de su centro de trabajo, era su hogar. En dos ocasiones tuvo la oportunidad de conversar con el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. El primer encuentro con él, como secretaria del comité de base de la Unión de Jóvenes Comunistas, fue cuando las puestas en marcha de las plantas demoraban en arrancar.
“Él vino personalmente a chequear qué sucedía. La otra oportunidad fue en la arrancada de las puestas en marcha de las plantas. Como siempre llegaba sin avisar. Nosotros salimos al encuentro y a él le llamó la atención la gran masa de jóvenes con las que contaba la empresa. Del intercambio salió, entre otras, la propuesta de otorgarle vivienda a los trabajadores que vivíamos en el centro”, evoca Alicia.
Resumir 30 años de experiencia laboral en casi 70 líneas es un desafío para una mujer que tiene más historias para contar. Ella ha contribuido a lograr resultados en la producción en BioCen y en la introducción de nuevos servicios. La dedicación y amor al trabajo son otras fórmulas para alcanzar el éxito.
“Me siento orgullosa de haber formado parte de la materialización del sueño de Fidel, de demostrar que la idea de vincular a los jóvenes recién graduados a todo lo que es el desarrollo tecnológico del país, dio muy buenos frutos. Hoy los jóvenes que entramos con esa reserva científica están ocupando cargos muy importantes, sobre todo, en la biotecnología”, así concluye Alicia este intercambio con Juventud Técnica.