febrero 2023
Marlery Sánchez
por Yanel Blanco Miranda
Juventud Técnica
A Mabel y Alberto los une su amor por la ciencia y por la institución en la que ambos trabajan desde hace más de tres décadas. Se conocieron a finales de los años 80 del pasado siglo cuando comenzaron en el Centro Nacional de Biopreparados (BioCen).
“Laboro aquí desde 1989, cuando todavía no había sido fundado. Como otros compañeros, fui ubicada en un hospital de la capital hasta que regresáramos a Bejucal. A mí me tocó el Miguel Enríquez, en un grupo que se llamaba Vacunas parasitarias”, recuerda Mabel.
“A Alberto lo conocí cuando iba a llevar medios de cultivos a los laboratorios de microbiología. Él trabajaba en otro centro. Nos fuimos haciendo amigos y después comenzamos a salir. Nos casamos un año antes de que fundaran BioCen en 1992”.
Ya en el Centro Nacional de Biopreparados Mabel y Alberto fueron ubicados en la Planta de Medios de Cultivo. “Yo formaba parte del Departamento de Investigaciones y él era jefe de la planta de producción”.
Para ellos BioCen ha sido el refugio de su familia, pues como dicen, han pasado más tiempo en la institución que en su propia casa.
“Mis dos hijas crecieron en este lugar. Sus vacaciones las pasaron aquí, si terminaban temprano en la escuela tenían que venir para acá. Por eso que una de ellas, Laura, haya decidido trabajar con nosotros, nos llena de orgullo”, confiesan.
Juntos y revueltos
Hasta hace poco Alberto y Mabel laboraron en la misma planta, aun cuando desempeñaban tareas diferentes. Sin embargo, lejos de afectar su vida personal la convivencia se fortaleció.
“Es posible trabajar y vivir juntos, solo hay que lograr un entendimiento. Los dos hemos dedicado nuestra vida al biopreparado y lejos de cumplir una jornada de ocho horas, a veces llegamos a la casa y seguimos hablando de BioCen y de lo que estamos haciendo”, apunta Alberto.
“En ocasiones tengo que parar a Mabel y decirle que dejemos todo hasta el otro día”.
Aunque se desempeñan en diferentes funciones, en ocasiones han formado parte del mismo proyecto y obtenido reconocimientos juntos, como el Premio Academia de Ciencias por la creación de la Planta de Medios de Cultivo en los años 90.
Más reciente está la elaboración del medio de transporte BTU tan necesario durante la COVID-19, con el que pueden conservarse otras muestras, además de virus.
El regreso
Para Alberto la jubilación no fue fuente de paz y descanso por los años trabajados. Lejos de sentirse satisfecho comenzó a extrañar a su gente, su rutina de más de 30 años. Tanto, que un buen día decidió dejar de pasar frente a BioCen en sus viajes al pueblo, porque le hacía daño.
“Terminé aquí en marzo de 2022 y aunque al principio pensaba recontratarme no fue posible. Entonces me busqué actividades nuevas. Todos los días por la mañana salía al pueblo a hacer la compra, me sentaba en el parque a conversar, preparaba mi almuerzo y veía televisión hasta que llegaba Mabel.
“Al cabo de un tiempo, en una de esas salidas mientras caminaba por la calle que da a BioCen, me di cuenta que sentía algo extraño y era que añoraba esto. Por lo que decidí no pasar más por aquí.
“Cuando en el mes de julio la directora de Aseguramiento de la Calidad me propuso trabajar con ella acepté. Queremos implementar la ISO 22 mil que tiene que ver con la producción de alimentos, pues el centro está incursionando en nuevas líneas como los suplementos para deportistas y otros productos alimenticios (sazones) y necesitamos obtener la certificación”.
Mientras que Alberto regresó al lugar donde ha pasado la mayor parte de su tiempo, Mabel espera después de su jubilación cuidar de los nietos, pues -dice- ya ha trabajado mucho. Aunque aclara que todo depende de lo que suceda en los seis años que le quedan allí.